La inclusión de proteínas exclusivas de los tumores en un virus facilita al sistema inmunitario la identificación y consecuente destrucción de las células cancerígenas.
El cáncer, lejos de ser una única patología, es un conjunto de enfermedades muy dispares y caracterizadas, entre otros rasgos comunes, por un crecimiento desmesurado y totalmente incontrolado de células malignas y por una capacidad para esconderse de las defensas del organismo. Y es que el cáncer, contrariamente a como hacen los invasores ‘externos’ –como los virus y las bacterias– desactiva al sistema inmune para que no ‘interfiera’ en su crecimiento. Tal es así que las inmunoterapias, esto es, los tratamientos farmacológicos para potenciar la actividad de las células inmunes, constituyen una de las alternativas más prometedoras para combatir los tumores. El problema es que, al momento, no funcionan demasiado bien. Entonces, ¿qué se puede hacer? Pues utilizar un agente que porte proteínas del cáncer y que, al desencadenar la respuesta inmunitaria, muestre al organismo cómo son estas células tumorales. Sería el caso, por ejemplo, de un virus. Y según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Basilea (Suiza), se trata de una alternativa que funciona bastante bien.