El alarmante descubrimiento de que cientos de miles de brasileños son portadores de una mutación genética que debilita su capacidad para resistir al cáncer está ayudando a los laboratorios en la búsqueda de nuevos tratamientos contra la enfermedad
Pedro Gómez es un hombre bajo, de complexión fuerte, de algo más de 60 años, con el rostro rojizo y los brazos bronceados, propios de quien trabaja al aire libre. Está preocupado por un bultito en el dedo, le dice a la doctora, la genetista oncológica María Isabel Achatz, que le toma la mano para mirarla mejor. Achatz le habla con amabilidad y después se inclina hacia delante para inspeccionarle otra pequeña lesión detrás de la oreja.
Anuncios